13 marzo 2012

Ensueños y sabores

Valle de leyenda

     Es posible que el sabor de una misma labor y vitola varíe según la hora, lugar, estado de ánimo o la condición tanto física como psíquica del fumador, puesto que la alquimia de un puro se fragua en la relación entre fumador y fumado. tal vez el mejor momento para disfrutar de una buena labor sea después de la cena, un tiempo destinado a la relajación y la contemplación, una pausa para hacer balance del día o tal vez de toda una vida, de renovar el espíritu, de interiorizar en busca de lo nunca hallado, y en esos momentos tan sublimes nuestro amigo el puro será el compañero atento a nuestra disposición, dejándose llevar por nuestras emociones penetrando con su aroma y olor para hacerse más nuestro, más penetrante, haciéndonos ver que en la vida los más insignificantes momentos pueden hacerse tan grandes como reveladores.
     En privado o en público, sólo o acompañado, donde y cuando desee, fumar es un acto tan personal e intransferible como la propia elección de nuestro puro preferido, siendo el único denominador común el hecho de que, elijamos el puro que elijamos, será siempre sin duda alguna una buena, si no la mejor compañía posible en ese momento.
     Si uno fuma puros siempre estará en buena compañía; Albert Einstein estudió el universo y Sigmund Freud estudio el mundo interior, y ambos siempre estuvieron acompañados de un puro. Uno de mis actores favoritos por no decir el mejor de todos, Edward G. Robinson siempre aparecía en sus películas con un puro entre sus dedos, moviéndolo y fumándolo como jamás he visto a nadie en el cine o en la vida real, y creó su imágen unida siempre a un buen puro.

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