17 marzo 2018

Los ensueños del buen fumador

"Ensueños de fumador"
Ofrecer un puro o regalarle una caja de sus labores preferidas a un amigo a quien se le debe una gentileza, constituye un elemento de relación casi indispensable entre los buenos fumadores. Disfrutar de la presencia y aroma de ese humo noble según va ascendiendo ante nuestros ojos, penettrante, en ocasiones casi táctil, nos ayuda a aproximarnos a las personas con sencillez y a establecer verdaderos lazos de amistad.
Cuando enciendo un cigarro al calor de mi hogar acompañado de un agradable silencio, siento un maravilloso sentimiento de plenitud. Es un preciado instante, sublime y tan fugaz como el propio humo, pero que se hace recordar como un instante inolvidable. Un buen cigarro encierra la promesa de una voluptuosidad total, y si se sabe fumarlo bien, en su "fumo lento", adormece las penas y nos llena los momentos de soledad de imágenes en otras circunstancias impensables; además en ese "fumo lento" reencontramos esos ritmos olvidados, y nos ayuda a reestablecer una comunicación con nosotros mismos. La buena conversación como el buen fumar ha de ser lento, pausado y majestuoso.
Decia Musset que todo fumador de puros es un amigo que merece la pena conocer y mantener, pues sabe como siente cuando fuma.
Cuando uno se dispone a fumar un cigarro, elige uno determinado para ese preciso momento, y en ese preciso instante; lo elige con sumo cuidado, lo sostiene entre su pulgar e índice, lo observa atentamente, y ya el color de la capa nos anuncia prometedores momentos, su forma, su tamaño, su resistencia entre nuestros dedos mientras se impregna con su aroma. Los gestos que realizamos con el cigarro desde que lo cogemos y sostenemos entre nuestros dedos hasta que saboreamos de la primera bocanada de humo, supone una mezcla ce concentración y desprendimiento, como deben hacerse bien las cosas. Pero no lo olvidemos que tan solo constituye nuestro propio ritaul ante el "fumo lento".
Debemos de fumar nuestra labor lentamente, el "fumo lento" de los italianos, pero por supuesto cada fumador ha de descubrir su ritmo personal, ese que le produce una mayor satisfacción. Hay que saber fumar bien lo que bien se ha sabido elegir. Antes de elegir el cigarro se ha de elegir el momento, y después elegir el cigarro para ese momento especial, pues no todos los cigarros se adaptan a todos los momentos. Un buen cigarro debe de estar en franca consonancia con el momento de ser fumado, con el estado de ánimo del fumador, con el ambiente, con el tiempo del que se va a disponer; tiempo y elección siempre son buena combinación.

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